Si quieres que tus hijos crezcan en un entorno apto, con autoestima y apego seguro,

¡Hola! Soy Luna Roca.

Ex Huérfana desde los 7 meses de edad.

Madre y separada (mi ex es uno de mis mejores amigos)

Soy coach ontológico y mentora especializada en  heridas de infancia y dependencia emocional afectiva.

Después de años de búsqueda y auto sanación me dedico de lleno a acompañar procesos de sanación y transformación para caminar en paz y claridad y manifestar la vida que desean.

También llevo más de cinco años trabajando gestión emocional con niños.

Así he podido comprobar y experimentar que

la base está en nosotros, los PADRES.

Y sí, hay mucha información sobre crianza consciente.

La diferencia es que este Programa va dirigido a padres con heridas de infancia que se abren con los grandes maestros que son nuestros hijos.

Y que nos vienen a recordar eso que estaba muy en el fondo de los fondos.

Y te pregunto a ti

¿Qué legado te gustaría dejar a tus hijos?

Queda claro que nada volverá a ser cómo antes.

Que nos toca despertar y sacudir la consciencia, el trabajo fijo, la hipoteca, el “déjale una cuenta a la niña para que no le falte de nada”

¡Buff! esa mentalidad ya caducó.

Por experiencia te digo que el mejor legado a tus hijos es tu sanación, estés en el nivel que estés.

Te prometo que lo único que valoro de lo “no material” que me dejó mi abuela es precisamente eso.

Ella no pudo dejarme dinero o casas.

Gracias a eso hoy tengo todo.

Hay una frase que un día salió de su boca y fue mi legado :

«La vida son dos días y uno está lloviendo. Vive en paz los dos»

Esta fue mi frase de súper poder y la que me hizo entender después de muchos años que sin lluvia, no habría flores.

Que si mi paz dependía de que un día lloviera, iba mal.

Que mi paz era imperturbable.

Así que me dije:

“Luna, todo el mundo debería sanar para encontrar su frase legado. Eso sí que es una herencia wow”

Y ahora te digo, si alguno de los siguientes ejemplos te resuenan y te hacen ¡pum! en el estómago, estás en el lugar correcto:

• Cada vez que tu hijo no te escucha, terminas gritando como si te poseyeran por dentro.

• Estás tan cansad@ que el tiempo que pasáis juntos no es de calidad y aparece la culpa, que tratas de compensar con regalos o promesas.

• Si estás separad@, sientes que tienes que hacer más que el otro, entrando en una lucha de poder y preguntas a tus hijos como si fueses un agente de la CIA.

• Quieres poner límites, pero no lo haces, hasta que te das cuenta que tal vez sea tarde.